Hola gente!
Cuando me pidieron escribir sobre mí espacio verde favorito debo decir que no fue fácil decidirme por uno en especial. En Buenos Aires hay tantos parques, plazas, tantos lugares que combinan el verde con el río por ejemplo, aquellos que tal vez nos traen recuerdos de nuestra niñez, dónde nuestros padres nos llevaban a pasear un domingo o a aprender a andar en bici o a compartir un asado en familia. Entonces pensé: cómo me decido por uno sólo? Y me dije: que cosas extraño? qué momentos me quitó la pandemia los últimos 6 meses? Obviamente muchos, o todos claro pero con respecto a mí rutina diaria había algo, una cosa que solía hacer todos los días y se había interrumpido aquel 20 de marzo cuando nuestro gobierno decretó la cuarentena obligatoria: ir a la plaza de mí nuevo barrio a caminar. Algo tan simple como éso. Cuando en noviembre del año pasado me mudé busqué un lugar que estuviera cerca para seguir con mí rutina de caminatas y así encontré a 600 metros de casa la Plaza Sarmiento nombrada así en homenaje a quien fuera el Séptimo Presidente de la Nación Argentina.
Es una típica plaza de barrio ubicada lejos del bullicio del centro comercial del barrio Liniers
No es una plaza que vayan a encontrar como recomendación en ninguna lista si vienen a Buenos Aires porque no está ubicada en un lugar turístico es todo lo contrario. Tiene mucho verde, un sector muy lindo de juegos para niños y la posta aeróbica con aparatos básicos para ejercitarse. Después de explorar diferentes opciones de acuerdo al tiempo libre que mí trabajo me dejaba opté por ir todos los días a las 7AM.
Confieso que los primeros días me costaba levantarme tan temprano, cumplir con mí rutina y después ir a trabajar pero con el correr del tiempo se transformó en un hábito, una necesidad. Mí rutina era simple y adaptada a mí ocasional molesta hernia de disco: elongar, marcha rápida, algún pique rápido, algo de aparatos y elongar otra vez. Contrariamente a lo que esperaba comenzaba mí día laboral con más energía. Mí estado físico había mejorado también. Claro que el ejercitar al aire libre tiene una contra: el clima, especialmente la lluvia. Esos días de lluvia, como odiaba ésos días de lluvia que me alejaban de mí plaza.
Si, porque después de ir todos los dias durante poco mas de 3 meses ya era Mi Plaza , así como la de Juan el jardinero que la mantiene impecable, María la guardaparque que la cuida como nadie, el señor oriental que empezaba siempre con su rutina de meditación antes de correr, del padre y su hijo trotando juntos, de todos los que llevaban a sus perros a pasear hasta un cerdito vi pasear allí un día. Por la tarde la plaza era toda de los niños que la colmaban con sus juegos, risas y muchos gritos, pero muchos jajaa La gente de la plaza, los habitué de ésa hora, con los que intercambiábamos un saludo amistoso, un comentario sobre el clima o simplemente compartíamos nuestra plaza con sus sonidos y silencios, el canto de los pájaros, el ruido del agua rociando el pasto y el sol colándose entre los árboles.
No saben lo que me costó las primeras semanas dejar ésta rutina, tanto que intenté hacer algo en casa, pero nada resultó, no era lo mismo, no me alcanzaba. Como aquel que se aleja de aquello que le gusta pero no puede hacer, así me alejé de mí plaza desde aquel 20 de marzo y nunca más volví. Qué habrá pensado la plaza de mí abandono? Me querrá de vuelta? Jajaa pero pronto, cuando la situación de la pandemia mejore, volveré a a mí plaza, al buen sol de la mañana iluminando mí cara, a mí sana rutina de las 7 de la mañana.
Espero les haya gustado.
Éste post es parte del desafío de escritura Mí #RefugioVerde organizado por @Jesi @CaroGuiniazu @Cecilita @AdroGran @Jose-Two
Saludos.
Silvy