Cuando se afirma que Madrid es un crisol no es por casualidad. La capital cuenta con una amplia oferta gastronómica y cultural única en el mundo. El amor y el buen hacer de aquellos que disfrutan haciendo lo que hacen repercute en la vida de los demás, y además, lo hace de manera muy positiva.
En esta publicación describiré mi experiencia al disfrutar de un trocito de La Mancha en Madrid, concretamente en el Restaurante El Tormo. La Mancha es para mi un vecino querido que regala sin pedir nada a cambio; desde pequeño he cruzado su inmensidad en numerosas ocasiones y he tenido la suerte de parar en lugares donde la gente ha sido muy acogedora.
La Mancha.
La Mancha es una zona de la Península Ibérica caracterizada por la planicie y el clima seco y poco lluvioso. Con una extensión similar al tamaño de Eslovenia, está limitada al noreste por la Serranía de Cuenca y al oeste por los Montes de Toledo, ambas zonas de tradición cazadora y transhumante. En La Mancha se produce abundante vino -es la región que más vino produce de Europa-, aceite, queso, azafrán y miel, entre otros.
Políticamente, cuatro de las cinco provincias de Castilla - La Mancha cuentan con población en La Mancha. Destacan Ciudad Real y Albacete seguidas de Toledo y Cuenca. Poblaciones características son las propias Ciudad Real y Albacete, Alcazar de San Juan, Villarrobledo, La Roda y Ruidera, esta última famosa por sus lagunas, un lugar de excepción en este territorio.
Restaurante El Tormo.
El Restaurante El Tormo se localiza entre El Parque de Las Vistillas y San Francisco El Grande en pleno corazón de Madrid, en el barrio de los Austrias. Escondido en una estrecha calle, tuvimos que llamar a su puerta para poder entrar.
Nada más sentarnos fuimos advertidos por la propietaria de que allí nos sentiríamos como en casa y que, además, seríamos testigos de una lección de historia mientras comíamos. La cosa empezó bien. A no más tardar elegimos un vino manchego de variedad de uva tempranillo, El Vínculo; fue ligero y suave en la boca, combinaría muy bien con la sucesión de platos que tomaríamos.
En primer lugar, tomamos un Chorizo y un Pisto Manchego, con pimientos y huevo frito, es un plato tradicional de la gastronomía española.
A continuación, llegó uno de los platos más curiosos que he tomado últimamente. De sabor similar a las Migas, pero con una textura claramente diferenciada, el Gazpacho Pastor. Nos comentaron que es una receta recuperada de la tradición de los pastores cercana al siglo XIV. Esta receta, al igual que muchas de las que aquí disfrutamos, fueron recuperadas por un tío de la familia que había ejercido como monje y había estudiado esta faceta culinaria que se daba en La Mancha desde largo tiempo atrás.
Acto seguido aparecieró otro plato desconocido: El Gazpacho Sefardí o Galianos. Este plato, aunque pueda parecer Callos, está compuesto de pan sin levadura, de ahí esta textura. Esta receta proviene de judíos sefardíes que habitaran la Península Ibérica hasta el siglo XV y frecuentaran la Mesta Galiana, propia de La Mancha.
Tras los gazpachos aparecieron platos más comunes en la actualidad. El primero fue un Ajo Arriero y el segundo Morteruelo. Si bien el primero goza de bastante popularidad por toda España, el segundo es más tradicional de Cuenca y Albacete. El Morteruelo presenta orígenes musulmanes, aunque la receta actual, que contiene cerdo, se data cerca del siglo XI. Con jamón, hígado, pimienta, faisán, perdíz y carne de caza era un plato reservado solo para la nobleza en época medieval.
Los últimos platos salados fueron Bacalao a la Manchega y Perdíz al Chocolate. Ambos con una suavidad excepcional y potencia en sus sabores, nos hicieron disfrutar de lo lindo a pesar de todo lo que ya llevábamos encima.
Para finalizar esta experiencia fabulosa tocaba dejar paso al dulce. Cada vez es más común en España acompañar los dulces con un queso, en este caso complementando al Mostillo, de apariencia similar al chocolate, pero de sabor más dulce y suave. Lo que aparece en el centro es Alahú, de origen musulmán, contiene un sabor a miel que se deshace en la lengua. Abajo se ven los Miguelitos que, de lejos, presentaban una textura mucho más suave que los propios de La Roda, un placer. El toque final fue el café de puchero y los licores; entre ellos estaba el Resoli (oscuro) típico de Cuenca. Había que ayudar al estómago a hacer la digestión después de este banquete manchego.
Conclusión.
Recomiendo encarecidamente experimentar con este menú degustación que ofrece Restaurante El Tormo. Por un precio de entre 40 y 50€ se viven unas sensaciones únicas. Mi próxima aventura gastronómica en este lugar será un Cocido acompañado, a ser posible, con unas Gachas.
Muchas gracias por la lectura y no dudéis en poneros en contacto conmigo para cualquier comentario. Un abrazo.