24 de Marzo (Día por la Memoria, la verdad y la justicia) y 2 de abril (Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas) son dos fechas que nos marcaron a los argentinos. Dos días en los que recordamos dos momentos difíciles y tristes de nuestra historia, deseando que lo ocurrido nunca más vuelva a repetirse.
Un 24 de Marzo en el año 1976, comenzaba una época muy oscura en Argentina. Se producía el golpe de estado que impondría un gobierno dictatorial que duraría ocho terribles años.
Durante ese tiempo, se produjeron en todo el territorio de nuestro país una enorme cantidad de desapariciones de personas, torturas y vejaciones. Miles de personas que hasta el día de hoy no han vuelto a aparecer. Un intento de exterminio por convicciones políticas difícil de comprender para nuestra sociedad moderna, pero que increíblemente ha sucedido.
En un barrio acomodado de la Ciudad de Buenos Aires funcionó durante todos esos años, dentro de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), un centro clandestino de detención dónde miles de personas fueron secuestradas, torturadas y finalmente desaparecidas. Un centro de los tantos similares que hubieron en esa época diseminados en todo el país. Un centro dónde nacieron 500 niños mientras sus madres estaban en cautiverio y que han sido dados en adopción clandestinamente luego de haber sido ellas asesinadas. De dónde sólo unos pocos pudieron escapar, y desde dónde los que no pudieron hacerlo, fueron trasladados en aviones y arrojados vivos al mar.
Hoy, ese lugar ya no funciona como una dependencia del ejército y se ha convertido en museo y en un espacio para recordar.
El pasado domingo 27 de marzo, @Jesi , @AdroGran , @ValeriaA , @pablosamela , @EugeGallardo , la hija de Eugenia, los padres de Valeria y yo, fuimos a visitar el museo. El recorrido fue muy movilizante para todos nosotros. Estuvimos en el museo unas tres horas, recorriendo todos los espacios dónde todas esas personas secuestradas vivieron durante días, semanas, meses y hasta años, en algunos casos. Atados de pies y manos, con los ojos vendados, hacinados, sin las mínimas condiciones de higiene y sufriendo las peores torturas que una persona pueda imaginar. De las 3000 personas que pasaron por ese lugar, tan solo 200 salieron con vida y pudieron dar testimonio de lo que allí ocurría, durante los juicios que se realizaron años después.
Todos quedamos shockeados por las historias de todas esas personas que el museo recuerda en una inmensa cantidad de placas y videos, y por cómo la vida continuaba fuera de ese terrible lugar, como si nada sucediera.
En el mismo predio en que se encuentra la ESMA, funciona otro museo. Lindo por lo bien que está montado, pero triste por lo que también conmemora. El Museo de Malvinas e Islas del Atlántico Sur. Un museo que muestra la geografía, flora y fauna de las Islas y que conmemora la guerra por su soberanía, que sucedió hace hoy exactamente 40 años, en 1982. A ese museo nos dirigimos luego de visitar el anterior, mientras comentábamos toda la experiencia vivida.
Llegamos muy cerquita del cierre por lo que si bien pudimos recorrerlo casi completo, no tuvimos tiempo suficiente como para poder leer las placas y ver todas las cosas que ahí se presentan.
Antes de seguir hablando, les dejo mejor las fotos que sacamos en el museo. Creo que por sí mismas cuentan la historia mucho más claramente que lo que yo podría contar.
Para cerrar el día, y para reponer fuerzas y energía después de lo duro de las historias y de la larga caminata, decidimos compartir todo lo que pudimos ver y aprender, mientras merendábamos juntos en un famoso lugar de panqueques cercano.
Difícil, triste, increíble, terrible, doloroso, horroroso… palabras que describen lo que sucedió en esas dos épocas difíciles de nuestra historia y que nos llevamos como aprendizaje de los dos museos. Dos lugares que deben mantenerse, para compartir con las generaciones venideras el testimonio de lo que nunca más debe volver a suceder en nuestro país.
Les dejo el álbum compartido donde pueden ver muchas más de las fotos que sacamos ese día.
¡Hasta la próxima!
Ceci