Esta es nuestra tierra. La tierra del hombre de piedra, del alfarero, del oretano, del hombre de Roma, del visigodo, el de la media luna, del cristiano, del hombre moderno y virtual de plástico. Aquí nos espera a todos nuestro cielo, nuestro suelo y consuelo.
En ella vamos dejando un rastro inconfundible e incompresible entre estratos sedimentarios. Esta tierra es nuestra, dicho sea en el sentido más profundo y literal que no precisa de escrituras ni notarios.
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