LA INDIA VISTA POR UN DOMINICANO, PARTE 2

La cosa es que esto es un truco publicitario, el chofer le hace lo mismo a todos y en varios idiomas, el incauto viajero al leer la emotiva carta, se convence de que el motorista es serio, buena gente y simpático, entonces decide adoptarlo durante toda su estadía en la ciudad, sacando el beneficio de sus honorarios por transporte, más la comisión que le dan, hoteles, restaurantes, casas de cambio, tiendas de regalos, el frutero de la esquina y el colmadito que vende botellas de agua fresca y baterías para cámaras fotográficas. A lo largo de mi relato verán como cada saludo o cada sonrisa de un ciudadano hindú, reporta algún beneficio para él.

Con todo lo dicho, mi querido motorista comienza a dar vueltas de más, no me lleva al bazar que le dije y se para frente a una tienda de artesanía, diciéndome que entrara un momento, sin compromiso, a ver unas bellezas de tapices que tienen, a mi se me metió el diablo en la cabeza y le dije hijo de puta, come mierda, te pedí el bazar central, no quiero ir a ninguna maldita tienda para que ganes tu maldita comisión, o me llevas al bazar o llamo la policía, mi mujer se asustó muchísimo y pensó que ese era el último día de mi vida, pero el chofer lo único que hizo fue reírse, pedirme que me calmara y arrancar en bola de humo para el bazar. A lo largo del trayecto quiso volver hablar y le grite que se callará y me lleve al bazar, y así entre sonrisas nerviosas de él y mis gritos, por fin, luego de una hora de gritos, amenazas, guerras de nervios, ganancia de comisión fallida, llegamos al bazar central.

Llegué a la conclusión de que debía calmar los nervios y entender un poquito a esta gente, no debía arruinar mis vacaciones, y en lo adelante iba a sortear la situación, solo diciendo no, no, no, y no, sin salirme de ese monosílabo, pero yo me pregunto, amigo lector, que hacer cuando usted le pide a un taxista llevarlo a un lugar, y el decide llevarlo a una tienda donde por la sola visita le pagan comisión. Qué hacer me pregunto yo.

El bazar de Jaipur en horas de la tarde es un hervidero de gente que viene y va, la gente nos mira, miran a FIFA como a un bicho raro y ¡sorpresa!, por primera vez, vemos un letrero mágico que dice “bar”, por supuesto entramos y el concepto de bar que conocemos no es el mismo, no tiene sillas ni vasos ni hielo, la venta de bebidas es para llevar, solo a hombres, a nosotros nos ofreceros una caja de cerveza para sentarnos, el calor era insoportables, entraban y salían hombres temerosos y asustadizos a comprar licor , como si tuvieran vergüenza de estar haciendo algo impúdico e indecoroso, algunos hombres entraban a tomarse sus tragos a un almacén en la parte trasera del bar, y sentados sobre cajas o recostados de la pared, fumaban y se daban sus petacazos. Todos miraban a Josefina con sorpresa, piel blanca, mujer, vestida de blusa sin manga, y tomando cerveza. A pesar del intenso calor, nunca, pero lo que se dice nunca, en los pocos lugares donde pudimos tomarnos una cerveza, la encontramos fría, solamente fresca, igualmente el agua embotellada. Para los que no lo saben, los dominicanos tenemos por costumbre combatir el calor tomando agua helada y cerveza muy fría, les decimos ceniza al color grisáceo que toma la botella de cerveza cuando está muy fría, en el punto antes de la congelación, por eso no es raro escuchar a un criollo al llegar a un colmado, pedir una ceniza.

Seguimos caminando calle arriba y calle abajo, compramos una pulsa de bolitas, y un protector solar por menos de 2.50 dólares. El bazar está ubicado a lo largo de unas 4 “0” 6 calles perpendiculares y paralelas en la parte baja de unos edificios antiguos, pintados todos de color rosado, con la pintura raída, y sucia.

El bazar se divide por zonas, tiene más o menos un kilómetro de mercancías de hojalata y aluminio, otra zona de tapices, sedas y alfombras, un zona de joyas y accesorios para la mujer, relojería y frutos secos.

Algo que no podía faltar, un sonriente joven hindú que hablaba un perfecto español se nos ofreció para acompañarnos, nos hizo las preguntas de siempre, de donde somos, cuánto tiempo en la india, donde han ido, donde quieren ir, yo seguía caminando y el chico me seguía, y luego de pronunciar la palabra “no” unas 150 veces, pudimos zafarnos de él.

Una conversación que me llamó profundamente la atención, la sostuve en unas ingles machacadas y con fuerte acento de su parte, con el gerente del hotel de la ciudad de Jaipur. El individuo, un tío de unos 35 años, piel oscura, tirando a marrón, gordo, pelo lacio y largo, corbata ahorcándolo, le pregunto que si en la ciudad había un bar, con aire acondicionado donde tomarse unas cervezas frías y alguna chica. Me indicó el bar de un hotel cercano, donde se tomaba cervezas fría, se escuchaba jazz, pero que de la chica me olvidara que eso era prácticamente imposible en toda la India, entablar amistad con una muchacha y llevarla a la cama, eso era misión imposible. Seguimos hablado sobre diversos temas, sobre su vida y mi vida, me dijo por ejemplo que era casado, tenia dos hijos, y que ganaba un salario decente pero que apenas le daba para vivir, de unos 100 dólares al mes. Ese es el salario de un gerente, imaginarse ustedes cuál sería el de un simple obrero o empleado de oficina. Lo mejor de la conversación fue cuando me pregunto entre una sonrisa de nervios y cara sería, qué cómo era mi vida sexual, qué si lo que se veía en las películas porno que veía por Internet era real. Me dijo por ejemplo, que la mujer India no se deja ver desnuda, que nunca, pero lo que se dice nunca se deja ver desnuda, nunca sostiene sexo oral, ni hace ninguna de esas posiciones que se ven en películas y revistas, y que el sexo se limita en una penetración en la posición tradicional, eso y nada más.

Yo pensaba por dentro de mí, como es que han podido reproducirse hasta llegar a los 1000 millones de habitantes, más que la población de toda Europa y más que la población completa del continente americano. Han podido reproducirse hasta esa enorme cantidad de gente, solo fornicando como conejos, sin besos ni caricias y sin sexo oral, sin cambios de posición, novias, sin queridas, sin amantes, sin putas. Yo le expliqué como pude, que si, que yo hacía todas esa cosas que se ven en las películas y que eso era normal en América y en Europa, pude ver en su mirada, su rostro y el trago en seco que se dio, que arrastraba una gran frustración por ser indio, vivir en ese país y privarse de uno de los mayores placeres de la vida, por una serie de tradiciones estúpidas cargadas de moral religiosa.

Esa noche en Jaipur compré las boletas de tren hacia Udaipur, en la ventanilla para extranjeros, en segunda clase, coche cama compartido, ya que la primera clase estaba completa.

El tren partió puntual a las 9 de la noche en un lento trayecto de 11 horas que nos pasamos tumbados en las tambaleantes literas del tren. Estimo que un tren de occidente, a una velocidad moderada y sin tantas paradas y tan prolongas, hubiese realizado el mismo trayecto en solo 4 horas.

Las cabinas del tren, son para 6 personas, en fila de tres de arriba hacia abajo, con una colcha plástica, un cubrecamas, una almohaditas y una sabana mal lavada y todavía con olor a detergente.

Tomadas las precauciones de lugar con nuestras mochilas, equipaje y documentos, pasamos una noche aceptable, donde pudimos dormitar unas cuantas horas, interrumpidas por el parloteo de algunos pasajeros indecentes que subieron a media madrugada, riendo y hablando a toda voz, los cuales se pusieron guapitos y pararon la chembita cuando les pedí amablemente que callasen porque estábamos durmiendo.

Udaipur

Estas ciudad fue el lugar mas agradable que pude visitar en toda la india, pero sin escaparnos del asedio de vendedores, el consabido olor a mierda y orina y el trajín de reses y perros de medio del acalorado tránsito de la ciudad.

El encanto de esta pequeño ciudad, radicada al lado del lago Pichola, que la hace romántica, dándole un aire veneciano, porque es bordeado por hoteles, edificios de viviendas, restaurantes, ciber cafés, y otros negocios que se disputan la vista al largo. Es de especial atractivo el Lake Palace Hotel, en medio del lago, todo pintado de blanco, que dá la impresión de estar flotando en lago. La fotografía de este hotel es comercialmente muy vendida por las agencias de viajes como promoción de la India, después del Taj Majal es la foto mas difundida de toda la India. Se puede visitar el hotel a tomarse una taza de té o chocolate, pero se llevarán una decepción porque el hotel no es la gran cosa en su interior, solo es elegante la vista exterior, y siempre de lejos, porque al acerarse uno en el botecito, se va viendo la mugre de sus paredes y el mal gusto de su decorado.

Luego de una estresante regateo, pudimos al fin, llegar a un acuerdo con los manejadores de las lanchas para dar un paseo por el lago de media hora a un precio de 300 rupias. El paseo en sí no es la gran aventura, y las vista obtenidas son las mismas que consiguen con solo caminar por la orilla este del lago.

Si en su trayecto deciden visitar Udaipur, les recomiendo el hotel Gonder View. El precio de la habitación es de 30 dólares, habitaciones amplías, muy bien decoradas, el hotel tiene cabina telefónica, acepta tarjetas de crédito y es atendido por la propia familia propietaria del hotel. Tiene un barato servicio de cocina, la cual es servida en la propia habitación, el servicio es lento, nada higiénico y el cocinero no habla nada de inglés, por lo que si ustedes tienen tiempo de sobra, paciencia, un estomago fuerte y soporta el picante excesivo, seguramente no tendrán ningún problema.

Inmediatamente llegué a este hotel, como a todos, fui abordado por algún empleado ofreciéndome los servicios “baratos por confiables” de algún amigo para llevarme a un tour por la ciudad y sus alrededores.

Al lado del hotel en que estábamos hospedados queda el restaurant Unbray, con una bella terraza con vista al lago y al lado este de la ciudad que es precisamente el lado mas atractivo, para llegar al restaurante a pesar de quedarnos al lado, había que hacer un laberinto de calles y callejones; recuerdo que le pregunté a un chico de 13 años la forma de llegar al restaurante, y el me indicó doblar a la derecha y luego a la izquierda, le di las gracias, le sonreí y le da la espalda, pues entonces el niño me siguió y me dijo que son 10 rupias por la información, mi reacción fue reír para no llorar, pues el chiquillo me siguió hasta la puerta del restaurante exigiendo su 10 rupias. Me sentí bastante incomodo por esa situación, porque si hubiese sido un niño pobre de mi país hubiera dado la información gratis, con un muchas gracias hubiese sido suficiente. La cosa es que no le di nada a ver si aprende un poco de urbanismo.

En los restaurantes de Udaipur, también pude tomarme algunas cervezas siempre calientes, y una tardanza de unos 20 minutos, entre la orden y la entrega de la cerveza, me dio la impresión de que el alcohol, lo tiene en un lugar lejano y oscuro, donde sus dioses no se dieran cuenta y puedan castigarlos, y como siempre, a mi esposa no querían servirle la cerveza, yo les decía que era es para dos personas, y necesitamos dos vasos. El restaurante Umbray es caro en relación a los demás, el servicio para dos personas ronda las 600 rupias.

En el hotel teníamos vista a lago desde la habitación, yo me quedaba largas horas contemplando las serenas pero turbias aguas del lago Pichola, el trajín de las lavadoras y las bonitas Gats o escalinatas que bajan hasta el lago. Observé a un señor sin camisa, con un especie de faldas enrolladas en las piernas haciendo el papel de pantalones, muy usada esta vestimenta por la gente de esta región específica cuyo nombre no se. Observé a este individuo como sentado todas las tardes, frente al lago y esparcía pedacitos de pan a los peces del lago.

Caminando por la ciudad, se ve lo de siempre, aunque con menos aglomeración que en las grandes ciudades, ciber café, tiendas de recuerdos, casas de cambios, artesanía, gente llamándome para que entre a ver sus mercancías. Caminado se llega inevitablemente al City Palace, el alma de la ciudad, un enorme palacio de un antiguo Maharajá, convertido en parte de un hotel y parte en museo, cuya visita se hace obligatoria, pagando 250 Rupias los extranjeros y 10 indios.

En el palacio hay algunas pinturas y piezas de interés, lo mejor de ver son las paredes y techo de algunas habitaciones finamente decoradas con anzuelos al estilo de los países árabes. Pero si por alguna razón, se pierden su vista, no se mortifiquen, que no han dejado ver nada interesante.

Traté con un taxista para visitar el templo de Ranakpur y el fuerte de Battfalghar por el precio de 1200 rupias que por nada del mundo me quisieron rebajar ninguno de los 8 o 10 conductores con los que hablé. El trayecto es de un día completo, de 8 de la mañana a 6 de la tarde. La primera visitas es la del fuerte, el cual queda a una 2 horas y media de la ciudad, este fuerte cuyas enormes murallas le recuerda a uno, la arquitectura de la gran muralla de china, por su idéntica perspectiva, cosa que se repitió en varias de las ciudades que visitamos, ya que todas estaban amuralladas con el mismo diseño de la famosa Muralla China, mudo testigo del pasado bélico de este país.

Volviendo al tema del fuerte, este tiene un laberinto en su interior, de calles empinadas que suben y bajan bajo un fuerte sol, varios templos en su interior, en la puente de acceso hay un guardia con una gran ametralladora rodeado de sacos de arena. Al parecer la India, tiene el temor de que sus principales templos y lugares históricos sean victimas de terrorismo, pues se sabe que hace unos meses antes de mi visita, el bondadoso de Ozama Bin Ladem, atacó con bombas algunas de las estaciones de ferrocarriles mas concurridas de la India.

Por eso el frenesí desatado recientemente en la seguridad y en el chequeo para el acceso a los lugares históricos.

Dentro del fuerte noté la presencia de un caserío donde vive gente humilde de la India, seguramente empleados del mismo. Sacando fotos por aquí y por allá, se me acercó una mujer de uno 30 años, con un cubo de agua en la cabeza y me pidió dinero, metí mi mano en mis bolsillos y le di todo lo que encontré, una moneda de dos rupias, ella se lo encontró poco dinero y comenzó a echarme pestes en su dialecto, yo le dije que me la devolviera con la intención de cambiársela por un billete de mas tamaño. Inmediatamente me la entregó me la puse en mi bolsillo y le dije adiós. Lo perdió todo por estar de perra conmigo. Cuando protestó le dije que una limosna es un regalo, no es una deuda ni una obligación que tengo con ella, y que cualquier cantidad que le diera estaba bien, y merecía que me diera por lo menos las gracias.

Seguimos caminando al templo budista de Ranakpur y a eso de las 11 am. Ya nuestro chofer, un muchacho joven, de unos 25 años, empezó a oler sudor por sus axilas. Olor característico de la mayoría de los indios con los que tuve algún trato o acercamiento. Hubo ocasiones en la que teníamos que bajar las ventanillas para poder respirar y tomar un descanso del desagradable olor a grajo. Durante el camino al templo, por carreteras en mal estado, se veía mujeres trabajando cargando piedras para la construcción de caminos o alguna represa o puente. Solo en este menester vi trabajar a la mujer india, con algunas excepciones de aerolíneas y aeropuertos. Se ven por los caminos polvorientos, presesiones religiosas, cantando, montados en algunos espíritus, con frenesí, hombres golpeándose la espalda con cadenas, mujeres gritando frenéticamente.

Observé a la orilla de las carreteras de montañas, avisos de tener cuidado en el tigre. Es bien sabido que este animal, llamado el tigre de bengala, es el animal más fuerte y peligroso de la tierra, después claro del león, rey de la selva.

Recuerdo haber visto un documental del Discovery cannel en el que un tigre, con todo el miedo que le tiene al agua, se tiró al mar nadó por debajo del agua, acechó a un pescador que pescaba sentado en un bote, saltó, lo agarró por el cuello, lo ahogó y se lo llevó hasta la orilla de la playa y se lo comió; por eso es que en mi país, se les llama “tigueres” no tigre a una cierta categoría de personas, casi siempre hombres y cuya características principales es la que sigue:

Enamorado, solterón, viste a la moda, no trabaja, fuma, bebe a diario, es simpático, un poco ladrón pero no delincuente, pide prestado y no paga, enamora la mujer ajena, miente todo el tiempo, le buscan trabajo le rehúye, le hace la corte a los políticos de todos los partidos, y le es fanáticamente fiel al que mejor le pague, en fin, eso que ustedes llamarían un truhán, una rata, por esto lados los llamamos a “tiguere”. Así pues, endrogado del mal olor del taxista, llegamos al templo de Raknapur. Un hermoso templo, algo manchoso por fuera debido a la falta de cuidados y esa característica que toma el mármol, de mancharse con el paso del tiempo de una especie de moho verde. Como siempre, hay que quitarse los zapatos, y subir unas escalinatas ardientes de las 2 de la tarde, puestas así por el sol tropical de la India. En su interior, decorado con estatuas de Buda, figuras femeninas danzantes, ningunas repetidas ni en la misma posición, incluso con el rostro diferente, figuras de elefantes, dioses y diosas de cuatro brazos. Figuras que cuelgan del techo y numerosas salas de oración, siempre con la figura de Buda sentado.

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