La Iglesia de San Vicente el Real, conocida popularmente como “La Compañía”, fue construida en el siglo XVII por los jesuitas tras su llegada a Huesca.
De estilo barroco sobrio, destaca por su fachada de piedra, su interior de una sola nave con capillas laterales y su elegante cúpula. Tras la expulsión de los jesuitas en 1767, el templo pasó a depender del clero diocesano.
Actualmente sigue en uso religioso y es un importante ejemplo del patrimonio histórico y artístico de la ciudad de Huesca.
Se dice que bajo la Iglesia de San Vicente el Real existía una antigua cripta secreta utilizada por los jesuitas para guardar documentos, reliquias y objetos de gran valor espiritual.
Según la tradición popular, cuando los jesuitas fueron expulsados en el siglo XVIII, sellaron los accesos para proteger sus tesoros. Desde entonces, muchos han intentado localizar esta cripta oculta, pero nadie ha logrado encontrarla. Algunos vecinos cuentan que, en noches de silencio absoluto, aún se oyen ecos de pasos bajo el templo, como si los guardianes invisibles siguieran vigilando su secreto.