Estaba tan emocionada de ver en el barrio donde me crié en Santa Marta, Colombia, el mismo puesto de empanadas al que visitaba, por cierto, muy seguido entre semana cuando era una niña.
El dueño del carrito de empanadas se llama Osvaldo y lo conocíamos como Oswal. Todos los días a eso de las 5 de la tarde organizaba su carrito, ponía a calentar el aceite, y emprendía a aplastar la masa en forma de circulo para rellenarla de acuerdo con el pedido.
Mis favoritas siempre fueron las empanadas de queso costeño porque el queso costeño es duro y salado (típico de la costa Caribe) y es una combinación perfecta con la masa hecha de maíz.
Otras empanadas para la venta son las de pollo con verdura y las de carne molida. En ocasiones también venden carimañolas, unas empanadas a base de yuca típicas de la Costa Caribe también.
A Oswal ya se le ven los años y con nostalgia le pregunté quién le ayuda a hacer las empanadas. Tal parece que el hombre tiene muchos años por delante y quiere continuar el negocio, así que su hijo menor seguirá con el carrito de las empanadas para cuando Oswal decida jubilarse.
Cuando vaya a Santa Marta, pídale a alguien que lo lleve a comer empanadas de Oswal en el barrio Jardín.