El Cristo del Espíritu Santo

Nunca antes había estado en El Cristo del Espíritu Santo, pedanía de Malagón. Desde que salgo de la carretera de Porzuna (CM-412), me enfrento a un horizonte nuevo para mí. Es una carretera local (CR-P-7111), estrecha y sinuosa entre sierras como la del Sotillo y Casalobos. Bosque, sotobosque, ahora arroyos de los Pinos, de la Rinconada, luego mantos de flores, más tarde ovejas, cabras… Antes de llegar a La Fuencaliente, te dan la bienvenida un número indeterminado de cigüeñas asomadas al balcón de sus nidos. Y posan sin vergüenza, alzando su vuelo elegante, planeando en círculo, para luego volver a sus domicilios colgados de las ramas.

En El Cristo, en la aldea, se vende fruta y hortaliza en la caja de un camión. Parece ser que los arqueólogos encontraron por aquí enterramientos tardorromanos y de época visigoda en los años 90. En la actualidad hay un templete con una cruz de madera en su interior. Según dicen, y no es broma, —en todo caso tradición oral—, la talla original de El Cristo fue hallada hace la tira de tiempo “por unos cerdos hozando”. En cualquier caso, la talla en madera fue destruida, como otras tantas cosas, vidas, sueños, esperanzas…, en la guerra civil (pongo guerra civil con minúsculas, porque me da la gana).A la ermita se va por la calle de Antonio del Rey Caballero. Este caballero fue un político, militar y héroe de las guerras carlistas (también con minúscula. Las guerras con minúscula y punto), que vivió en una casa de esta calle, según anuncia una placa conmemorativa que se instaló en 1973. Pero antes de esta casa te topas con una placita muy coqueta protagonizada por una hermosa escultura a lo “pechos fuera” titulada “María la del Aviador”. Nadie nos ha podido aclarar quién es esta María ni el aviador (se agradecería cualquier aclaración al respecto). La autora es una reconocida escultora malagonera (creo que se dice así), llamada María José Aroz (¿sería ella la del aviador?), quien fue como voluntaria a Calcuta en innumerable ocasiones y allí esculpió a Santa Teresa y muchas misioneras de la Caridad.

Tomarte un café en el quiosco cercano a la ermita y a una alameda al pie de la sierra es uno de esos placeres que jamás olvidas. Los pájaros, más que cantar, parecen discutir entre ellos, el rumor del agua que corre por acequias hacia un lavadero, el olor de las lilas, que haberlas haylas lilas y blancas. Y la ermita. Cerrada. Un naranjo con naranjas-naranjas adorna la entrada. Hay que pedir la llave en una tienda. Otro día, si eso. Por ahora me conformo con la vista de su fachada y la de una casa aledaña levantada con arquitectura rural.

En otra casa se puede leer sobre la boca cerámica de un buzón. “En Malagón hállome muy a gusto y no me marcharía de aquí…” La frase está atribuida a Santa Teresa, pero esta no es la de Calcuta, sino la otra. ¡Será por Santas… Será por Teresas! En este caso, hállome yo en situación de estar plenamente de acuerdo con la santa. El telón de fondo ocupado por el Cerro Águilas (1.031 m.) y la sierra de Malagón no hace sino acrecentar este bienestar, y animarte a futuros planes de excursiones que nos lleven a alguna de sus cumbres. Y para más inri, venden queso artesano de oveja y de cabra a la vuelta de la esquina: Montebrezo.

En la plaza de la ermita, unos árboles de hoja roja y cuyo nombre ignoro, se dejan desmelenar por el viento. El quesero aconseja la visita a una fuente que allí llaman de la Teja. “Teja” es un apellido que siempre sienta bien a las fuentes. Dicho y hecho. Un carreterín te conduce hacia la fuente, no sin antes correr paralelo a un arroyo frondoso y arbolado. Los helechos son multitud.Atrás queda una presa que derrama agua con alegría y, por fin, la Fuente de la Teja. Por las laderas hay cabras que parecen vacas de tan preñadas que están. Algunas peonías ya se atreven a abrir sus pétalos y mostrar su interior de estambres amarillos. El agua sale por dos caños a buen ritmo. El agua es fina, clara, musical y fresca…Muchas fuentes conservan la leyenda de que si bebes en ellas, quedas, como si dijéramos, predestinado a volver a ellas. No sé si a esta fuente se le puede aplicar dicha leyenda. Lo que sí sé es que yo volveré.

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Hola, aunque hace algún tiempo que escribiste el artículo, me acabo de topar con él. Te adjunto un enlace por si quieres saber quién fue “María la del Aviador”. Sólo comentar que la estatua no era una de esas a lo “pechos fuera” si te fijas, se nota el borde de la camiseta tanto en cuello como en mangas. Respecto a los restos arqueológicos encontrados en la aldea , puedes ver parte de ellos en el museo provincial de Ciudad Real.

Un saludo

https://youtu.be/V9e-vvbN48I