En bus por Colombia; desde la frontera del Norte de Santander a la frontera Sur de Nariño.
De Cúcuta a Medellín.
Sentada en la cafetería Juan Valdez, una de mis predilectas, tomando un americano y comiendo un paquete de galletas de café más una torta de zanahoria que comparto con mi hija Valentina, conversamos sobre el viaje que quisiéramos hacer “algún día de estos” hasta un lugar que ella vió en una red social y del cual yo leí en un artículo sobre las maravillas arquitectónicas en América del Sur: El Santuario de Las Lajas
, en Ipiales. Estamos estrenando el año 2020 y tenemos ganas de vacaciones. Nos parece una buena idea hacer turismo dentro de Colombia
sin complicarnos mucho. En Google Vuelos buscamos las líneas aéreas y las ofertas en los boletos hacia el Aeropuerto Antonio Nariño en Pasto, abrimos Google Maps para ver la distancia que hay entre la capital del Departamento Nariño hasta Ipiales y de allí hasta El Santuario, qué tipo de transporte hay que nos traslade hasta allí, los hoteles y todo lo relacionado con un itinerario vacacional.
Llegamos a nuestra casa y le comentamos a mi esposo nuestro deseo y emoción por hacer un viaje como el que planeamos. Él nos escucha con atención y, cuando le damos la cifra del presupuesto por solo 3 días de turismo, él nos dice: ¿Saben que podrían hacer ese mismo viaje por tierra, gastar menos, por varios días y conocer más? Además, nos comenta que el aeropuerto de Pasto es uno de los que más retos representa para los pilotos al momento de aterrizar , que él lo vió en un programa de televisión,que era mejor viajar por vía terrestre en bus
y nos vende la idea a tal punto que cambiamos los planes. Presiento que es lo mejor que haremos y eso que no tenemos una bola de cristal
que nos predice que, en los meses venideros, todo estará cerrado por una pandemia. Tal vez sea laintuiciónfemenina
.
Abrimos Google Maps y evaluamos las ciudades que queremos visitar en nuestro recorrido. Tomamos la decisión de acuerdo a:
- Atracciones turísticas y puntos de interés.
- Distancia entre una ciudad y otra, tomando en consideración que estén por la vía.
- Horas de viaje por carretera.
- Viajar de noche para arribar en la mañana a las ciudades y aprovechar la jornada.
Tomando en cuenta lo anterior, escogemos visitar, de ida a Medellín, Cali e Ipiales, dedicarle a cada ciudad un día como mínimo y, al regresar, conocer Pereira y Manizales.
En Google Maps buscamos la localización del terminal de buses en cada ciudad, los hoteles prefiriendo aquellos que estén cercanos a los sitios que deseamos conocer “caminando” , si es posible, revisamos dónde comer, entre otras cosas, para hacer una lista flexible y privada en Google Maps ¿Por qué flexible? Porque podemos modificarla en cualquier momento de acuerdo a lo que nos aconsejen las personas que conocen cada ciudad y de acuerdo también a las recomendaciones que hacen los guías locales de los lugares a los que iremos.
Al hacer las reservaciones de los hoteles, me fijo que en Google Maps hay información muy útil relativa a disponibilidad de fechas, precios, breve descripción del hotel, cuántas estrellas y qué servicios tiene,el transporte público que pasa cerca, además de la ubicación, las usuales reseñas, fotos y vídeos que colocan los usuarios en esta aplicación. Ya tenemos todo listo, compramos los primeros boletos de bus vía electrónica y estamos ansiosas por llegar al primer destino .
Es 19 de enero, mi esposo nos despide en el terminal privado de una compañía de buses , nos espera doce horas y media de camino, en una unidad muy cómoda pues se trata de un bus-cama
, vamos en los primeros puestos para que, cuando paremos a comer, a estirar las piernas y usar el sanitario
, nos bajemos más rápido. Nos entregan unos audífonos para oír las películas que pasan en las primeras horas del camino. Mi hija tiene los suyos propios, ella me mira y sonríe, ya sabe que con esos audífonos no escucharé bien el audio
. Ambas tenemos descargado contenido en nuestros equipos electrónicos para leer, cada una trae una valija pequeña:luggage:y un morral, además llevamos agua embotellada, toallas húmedas para la higiene personal y, especialmente, estamos vestidas para soportar el frío del clima propio de los páramos y la Cordillera Andina colombiana. Duermo gran parte del viaje y me despierto a ratos por la música que mantiene al chófer atento ante la carretera y el volante (apuesto a que tomó café). Uno tras otro suenan vallenatos, rancheras, salsa, merengue, algunas canciones me las sé y las tarareo mentalmente, hasta que el sueño me vuelve a vencer. El bus se detiene en los tramos donde están arreglando la carretera y eso dilata el viaje, aunque no me preocupo porque es de noche y cierro mis ojos, no tengo afán. Finalmente llegamos el 20/01/20 aMedellín, capital de Antioquia
al Terminal del Norte específicamente, ya que esta ciudad tiene dos Terminales (Norte y Sur) y conviene señalar a cuál Ud. se dirige. Esto es importante si toma un taxi, por ejemplo, para evitar confusiones.
Lo primero que hacemos es buscar el punto de información para ubicar las estación de taxis, el área de comida y aprovechar de comparar los precios y horarios de salida de las compañías de buses que nos trasladarán a la próxima ciudad. Adquirimos los boletos y nos vamos a comer. El terminal de pasajeros es grande, ordenado, moderno, tiene escaleras mecánicas y ascensores y sus sanitarios son limpios y hay que pagar una tarifa justa para usarlos. Se forma una fila para tomar el taxi , las personas esperan pacientes y, cuando nos subimos al nuestro, el taxista nos recibe con un buenos días dicho en un acento peculiar, el del antioqueño. La ciudad es moderna, me gusta su clima templado, merece ser llamadala ciudad de la eterna primavera y no veo la hora de llegar al hotel Ayenda 1235 Botero, el cual elegimos por ser céntrico, económico y estar muy cerca de museos, del comercio y de la estación del metro.
No perdemos tiempo, iniciamos conociendo la Catedral Basílica Metropolitana de Medellínporque mi papá me habló de lo bella que es. Lamentablemente la encontramos cerrada por remodelaciones, así que me coloco delante de su fachada para una foto rápida y nos encaminamos a laPlaza Botero aprovechando que es temprano y suponemos que no estará atestada de público. Fotografiar esas esculturas enormes es todo un reto porque sí hay gente, muchos turistas de otras partes del mundo, tenemos que aguardar a que los demás terminen de posar para que logremos capturar nuestra imagen junto a la Gorda Monumental de Bronce que se mira al espejo; es lógico, toda vez que esta plaza es un museo gratuito y al aire libre de 23 esculturas del artista Fernando Botero, donadas por él para el provecho de su ciudad natal.
No fotografiamos todas las esculturas porque vemos en el parque la presencia de mujeres que se ofrecen por dinero y eso nos corre de allí.
Nos adentramos al Museo de Antioquia, pagamos la entrada (si Valentina llevase consigo su carnet de estudiante, hubiese pagado menos; pero lo olvidó ). Dedicamos un par de horas allí, entre exposiciones artísticas nacionales e internacionales y, por supuesto, más obras de Fernando Botero Angulo, siendo la sala de Botero la que atrapa mi atención, pues hay juegos interactivos para niños que me distraen. El edificio tiene tres pisos, es grande, espacioso, no nos cansamos de tanto arte; sin embargo, recordamos que en nuestra lista hay otro sitio muy cerca al que también queremos ir y el tiempo corre
Ingresamos gratis al Palacio de la Cultura Rafael Uribe Uribe, de una arquitectura gótica renacentista preciosa y representa una joya para los antioqueños. Veo su gran cúpula y quiero llegar hasta allí, subimos las escaleras, algunas son anchas y otras son angostas, hay pasillos con puertas que queremos abrir, aunque seguimos de largo porque la meta es llegar arriba. La vista es impresionante, y la cúpula que vemos es una obra maestra de la arquitectura. Los soportes metálicos fueron traídos desde Bélgica, sus tornillos y tuercas se calentaron al momento de apretarlos para darle solidez a la estructura. Una maravilla construida en 1920; ya estamos en el 2020 y ¡el palacio luce regio! Llegamos al balcón principal y logramos ver desde allí el metro de Medellín,que contrasta con su modernidad, abajo las personas parecen hormigas.
Es la hora pico, cuando los olores que salen de los restaurantes invitan a los transeúntes a seguir hasta el fondo, donde está la mesa más cerca a la cocina.
Abrimos Google Maps para conseguir una cadena de comida rápida. Como decidimos comer hamburguesa, ponemos “Burguer King” en el buscador y nos conduce a un centro comercial donde venden zapatos deportivos y no hay comida por ninguna parte. Es ésta la importancia de las ediciones en los mapas. Un punto mal ubicado de un lugar, hace que un usuario yerre en su camino y de paso, no sacie su hambre
. Sin dudas que hay muchos sitios para comer en el centro de la ciudad, pero queremos comer en un lugar específico y, como preguntando se llega a Roma, entonces aplicamos el viejo truco de acercarnos a cualquier persona a pedirle indicaciones para llegar a la hamburguesería en cuestión, la cual tenemos muy cerca, o sea, en la feria de comidas del centro comercial de en frente
Regresamos al hotel para tomar un descanso. Nos sorprende ver que hay indigentes por la zona, nos asusta un poco y preguntamos al recepcionista por la seguridad y los horarios en los que debemos andar. Es mejor estar en el hotel antes de que anochezca, nos asegura. Por eso, nuestra siesta fue breve y pedimos un taxi que nos llevara al Cerro Nutibara Pueblito Paisa. El taxímetro marca lo que debemos pagar, me parece un poco costoso, pero creo que la ciudad es grande y las distancias son largas entre el punto A al punto B. Al llegar al cerro Nutibara, apreciamos otra vista de la ciudad, distinguimos el urbanismo de Medellín, sus industrias, su zona residencial, estamos en un mirador, en el centro del Valle de Aburrá. Bajamos las escaleras del mirador y ojeamos la artesanía que venden en los negocios que están en lo que llaman Pueblito Paisa, una representación de las típicas casas antioqueñas de antaño, con sus balcones, fachadas de colores vivos y turistas que compran los souvenirs.
Nos queda un sitio para visitar, un café donde tenemos una cita con un viejo amigo de mi hija. Hay un parque cerca, se llama Primer Parque Laureles y como llegamos un poco antes de lo acordado, nos distraemos viendo los árboles y el sector de los perros que juegan sueltos sin una correa que les impida divertirse y correr.
Tenemos sed, tanto ir y venir nos deja con las ganas de tomar algo refrescante y, afortunadamente llega la hora de la reunión con el amigo de mi hija, él trabaja en el café donde nos reunimos y sellamos con broche de oro nuestro primer día de viaje en Semilla Café Coworking, con una buena conversación acompañada de una deliciosa limonada de café preparada con mucho cariño.
Ahora me gustaría saber en los comentarios si Ud. ha hecho un viaje repentino del cual tenga buenos recuerdos antes del cierre de las fronteras y la cuarentena por la pandemia ¿Usa Google Maps para planificar sus viajes? ¿Tiene algunos consejos para viajar de manera económica? Gracias por su lectura.